martes, 27 de abril de 2010

Ley 46/77....ley de amnistia, no de olvido.


“ley y amnistía”, gritaban los ciudadanos para que fueran liberados los presos políticos de la dictadura franquista. Y el Parlamento español aprobó en octubre de 1977 esa tan deseada Ley de Amnistía. Que mira por donde, para lo que realmente sirvió fue para que los verdugos y torturadores de esos represaliados quedaran impunes.
En base a esa ley, hoy en día un juez en democracia, porque en 1977 el parlamento español no era democrático, quiere sentar en el banquillo a un juez que si ha querido investigar los crímenes que se cometieron durante una dictadura. Los partidos de izquierda, ansiosos por traer la democracia y la libertad a este país fueron estafados por el aparato franquista, que continuaron manteniendo intacto todo su poder político, económico y mediático.
Al juez Garzón lo denuncian los herederos de aquellos fascistas torturadores y asesinos, la Falange española. Algunos de estos herederos fascistas deben de militar en el PP, es la única manera de entender esa crítica desaforada hacia los ciudadanos que libremente manifiestan su opinión y defienden que los familiares de las víctimas del franquismo tienen derecho a enterrar dignamente a sus muertos y a que se sepa la verdad de la represión.
Cuando la derecha se manifiesta en contra de decisiones judiciales, de leyes aprobadas en el Parlamento, alimenta ideas de conspiraciones para derrocarlos, o recoge firmas en contra del Estatut mientras está en el Constitucional, entonces sí que estamos en democracia y podemos opinar libremente. Sin embargo, defender la dignidad de los asesinados y enterrados en las cunetas, es una actuación intolerable porque cuestiona a los jueces. Y no te digo nada, si encima ondean una bandera republicana, entonces son unos radicales, pero no tienen vergüenza en mirar para otro lado cuando la bandera lleva un aguilucho.

viernes, 23 de abril de 2010

Algo se mueve en la sociedad valenciana

MOVIMIENTO CIUDADANO.

En los últimos meses estamos viendo resurgir un movimiento ciudadano, favorecido probablemente por las redes sociales en internet, para expresar sus opiniones y sobre todo para denunciar abusos políticos.
La Comunidad Valenciana es un claro ejemplo, tanto de esos abusos políticos como de la necesidad de los ciudadanos de tomar la calle para poder expresar su negativa ante tales atropellos. Casos como los derribos del Cabanyal, que pretenden destruir un barrio con un alto valor patrimonial. La no aplicación de la Ley de la Dependencia, agravando el sufrimiento de esas familias. Y por supuesto temas de corrupción y abuso de poder, como son el caso Gürtel , de financiación irregular del PP, y la manipulación del Canal Nou, una televisión que no es pública sino al total servicio de los intereses de ese partido. Y a nivel nacional tenemos las manifestaciones en apoyo al juez Garzón, denunciado por unos fascistas que no quieren que se investiguen los crímenes de sus antepasados franquistas, y ante lo que el PP se alegra por su carácter revanchista hacia ese juez por investigar el antes mencionado caso Gürtel.
La ruta ciudadana como vía alternativa para participar activamente en los procesos políticos y sociales y ante problemas coyunturales, está supliendo en muchos casos a los partidos políticos, que en ocasiones están muy alejados dentro de sus estructuras de la realidad, principalmente cuando gobiernan. Por ello, muchos militantes están dentro de estas plataformas, sin que ello suponga una contradicción.
Un movimiento social surge porque existen tensiones estructurales, que generan vulneración de intereses muy concretos, muy visibles, muy sentidos; muy vividos a veces. En ocasiones porque otras formas preexistentes –principalmente organizaciones políticas- de solucionar ese conflicto no pueden llegar a él, no saben llegar a él o no quieren llegar a él. Yo hoy me alegro, de que el PSPV este a pie de calle solidarizándose con esas personas pero sin intentar robarles su protagonismo.
En síntesis, un movimiento empieza y se consolida porque hay gente dispuesta a ello, porque esa gente tiene una forma especial de ver la realidad y de querer transformarla y porque hay condiciones para su puesta en marcha.
Porqué determinadas personas eligen la “forma” movimiento social para reclamar sus derechos y no otra forma, como por ejemplo un grupo de presión o un partido político. Yo creo que porque principalmente se trata de un sentimiento. Un sentimiento de injusticia, sobre un colectivo con el que nos sentimos solidarios y en que creemos que la unión hace la fuerza para acabar con esa injusticia. Y a partir de ese sentimiento se intenta actuar. Y para mí, es una gran satisfacción ver como muchos ciudadanos valencianos empiezan a gritar ¡basta ya!, basta ya del todo vale, basta ya de tanto pelotazo, basta ya de tanta injusticia. Desde mi militancia socialista, mi solidaridad y apoyo en todas están justas reivindicaciones, es hora de que los valencianos progresistas y concienciados con el bienestar social hagamos llegar nuestras voces tomando la calle.
Otra forma de hacer política es posible.