lunes, 16 de noviembre de 2009

50 AÑOS DE SOCIALDEMOCRACIA


El 15 de Noviembre de 1959 el Partido Socialdemócrata alemán aprobó el histórico programa de Bad Godesberg, uno de los documentos más trascendentes para los socialdemócratas de otros muchos países. Renunciaron al marxismo como doctrina y como instrumento unívoco de análisis para una sociedad que poco tenía que ver con la que vivió Karl Marx. La desaparición del capitalismo mediante una sucesión de crisis más graves y profundas, sencillamente no se produjo, más bien al contrario: el capitalismo contemporáneo era más fuerte que aquel que combatió Marx en su siglo.
Los socialdemócratas adoptaron una estrategia realista y adaptada al nuevo contexto: la de utilizar el capitalismo en lugar de destruirlo. Una postura pragmática, tantas veces criticada por algunos nostálgicos decimonónicos, pero que en el día a día, se ha mostrado muy efectiva.
El paradigma socialdemócrata quedaba ordenado por los siguientes principios:
Aceptación del marco institucional democrático. Conciliación entre libertad e igualdad como elementos de la justicia social.
Coexistencia de la propiedad privada y del control público de la actividad económica mediante distintos grados de planificación (economía mixta).
Defensa del Estado del Bienestar con un aumento sustancial del gasto público, la protección activa y una serie de políticas sociales tendentes a distribuir la riqueza de un modo más equitativo paliando así los desequilibrios e injusticias del mercado dejado a su arbitrio.
La socialdemocracia se convirtió en "el partido del pueblo", superando el tiempo en que fue el partido de una sola clase. Este hecho posibilitó las grandes victorias electorales del primer ministro sueco Olof Palme o del canciller Willy Brandt, y en otros países posteriormente como en España con Felipe Gonzalez. Sabiendo adaptarse a una nueva realidad social, económica y política, demostrando ser una ideología libre de dogmas ni ataduras pasadas, contribuyendo a la construcción del Estado del Bienestar que ha permitido a los trabajadores la consecución de importantes derechos sociales y protección ante los poderosos.
La socialdemocracia necesita replantear sus planteamientos, para salir de la crisis en la que está inmersa, pero sin renunciar a su más pura esencia, que es la de la reforma transformadora, la defensa de la igualdad social, el Estado del Bienestar y la protección de los inermes.
La actual crisis económica, causada por el neoliberalismo, en este mundo globalizado, debería de ser un punto de inflexión para esta socialdemocracia europea, con apuestas valientes, pensando en un futuro amezado por el cambio climático, por el crecimiento de la pobreza, por el choque de cilivizaciones, y donde el socialismo está en continuo retroceso.